La gestión pasiva es una estrategia de inversión en la que lo que se busca es simplemente es copiar el comportamiento del mercado de manera que las ganancias o pérdidas que se tengan con la inversión sean las mismas que las que hay en la Bolsa. Esto se consigue buscando un índice de referencia (Ibex 35, Nasdaq, Dow Jones…) y elaborar una cartera de inversión en la que se invierta en todas las acciones de empresas que conforman dicho índice y sólo cambiar la cartera cuando cambie la composición de esos índices para dejarlas otra vez iguales a este. También existe otra forma de gestión pasiva en la que se buscar un objetivo concreto de rentabilidad y una vez este se consigue, se evita invertir en activos que entrañen un mayor riesgo pero que a la vez podrían dar una mayor rentabilidad.
La gestión pasiva es la que desarrollan determinados fondos de inversión que replican índices bursátiles y se diferencia de la gestión activa (invertir tratando de batir al mercado estando constantemente pendientes de la información que proviene de este para detectar oportunidades de inversión en empresas infravaloradas o reduciendo pérdidas desprendiéndose de acciones de empresas sobrevaloradas). La gestión pasiva al requerir menos esfuerzos y limitarse a reproducir el comportamiento del mercado ya sea invirtiendo en un índice o en activos de renta fija suele resultar más barata. Sobre cuál de ellas es mejor, (gestión pasiva o activa) no hay un consenso claro. Si bien es cierto que hay algunas carteras de gestión activa que han conseguido batir al mercado en varios años, el 90% de las carteras de gestión activa no llegan a superar a los mercados bursátiles.
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